“-¡No me puedes hacer esto!- decía Ariadna
mientras observaba como su madre metía sus pertenencias en una maleta.
-Claro que puedo, ¿acaso no lo estás viendo? – le contesta su madre
mientras sigue metiendo las cosas de su hija en aquella maleta.- Te vas a ir
con tu padre una temporada a Sevilla, a ver si así dejas de hacer tantas
tonterías.”
Esa había sido la
última conversación que Ariadna había mantenido con su madre, desde entonces no
había vuelto a dirigirle la palabra, una semana después se encontraba en un
tren Barcelona-Sevilla para irse una temporada con su padre.
“Maldito Ismael, por su culpa estoy aquí, para que me ofrecería
ese cigarro”
Esa frase había
inundado su mente desde que su madre la había pillado fumando con su amigo,
para una vez que lo hacía su madre tenía que pasar por allí justo en aquel
momento, eso, y las veces que se había escapado de casa estando castigada
habían impulsado a su madre a mandarla de nuevo con su padre.
Pero bueno, a lo
hecho, pecho.
Faltaría una hora
para llegar a Sevilla y volver a ver a su padre, al que hacía tres años que no
veía, pero esa era la menor de sus preocupaciones, su padre nunca la había
tratado bien y no creía que eso pudiera cambiar, aún así, las piernas le
temblaban.
Entonces, ¿cuál era
la razón de su nerviosismo?
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