-Ya,
si te hubieras interesado los más mínimo en estos tres años que llevas sin
verme, no te sorprendería tanto.
-Sube al coche- el
comentario de Ariadna realmente había molestado a su padre, la cosa no empezaba
muy bien. – Escúchame, tu madre me ha contado el por qué de tu vuelta, si no
quieres acabar en un internado más te vale hacer las cosas bien, ¿entiendes? –
Ariadna no contesta a su padre y esto termina de agotar su paciencia, le agarra
del brazo y lo aprieta demasiado.
-¡Ay! – Ariadna
sacude el brazo intentando soltarse del agarre de su padre, pero solo funciona
para que le apriete aún más.
-¿Entiendes? – la
muchacha asiente deseando que su padre le suelte el brazo.
-Bien, ahora iremos
a casa y conocerás a tus hermanos- pone el coche en marcha y ponen rumbo a la
que había sido la casa de Ariadna durante muchos años.
-Ellos no son mis
hermanos- susurra la chica, pero no lo suficiente para que pase desapercibido a
los oídos de su padre.
- ¿Qué has dicho?
- Nada – Ariadna
niega con la cabeza.
-Eso me ha
parecido.
Después de cinco
minutos llegan a casa, Ariadna baja la maleta del coche y se detiene un momento
a observar aquella casa que tantos recuerdos le traía, buenos recuerdos pero
también malos, muy malos.
Ve como su padre
entra y ella lo hace detrás de él, al entrar ve a una niña de unos dos años
menor que ella y un chico que tendría más o menos su misma edad, este último la
mira de arriba abajo y sonríe, esto hace que Ariadna haga una mueca de algo
parecido a asco, también ve a una mujer rubia, más o menos de la altura de su
padre, de unos cuarenta años.
-Él es Arturo –
dice su padre, refiriéndose al chico, Ariadna esboza una sonrisa forzada – ella
es Alicia y ella es mi mujer, Andrea , espero que todos os llevéis bien y
podamos ser una familia como Dios manda.
“Lo que faltaba, nos dejas tiradas por estos y te crees
que me voy a llevar bien con ellos”
-¿Puedo subir a mi
habitación ya? Estoy cansada del viaje – Ariadna intenta escaquearse de aquella
situación como sea.
-Está bien – cuando
su padre le da permiso sube corriendo las escaleras hasta llegar a su antigua
habitación.
Al entrar ve un
tablero con fotos antiguas, ella con sus padres, con los gemelos, con sus
antiguas amigas del pueblo, ve una foto que le llama especialmente la atención,
son dos niños de unos cinco años dándose un pico, recuerda ese día, estaban
jugando a los papás y de repente Jesús le dio un beso, y su madre les sacó la
foto, sonríe y niega con la cabeza.
Con suerte las
cosas que tenía en Barcelona habían llegado a tiempo, pero aún seguían en las cajas,
así que decide colocarlas.
Lleva un rato
colocando y tan solo le quedan dos cajas, entonces siente unos golpes que
vienen de la ventana, alguien está tirando piedras, se asoma y ve a uno de los
gemelos sonriendo en el patio trasero de su casa.
-¿Dani?
-Soy Jesús – el chico
ríe.
- Lo siento, habéis
cambiado mucho, tengo que acostumbrarme – los dos ríen a la vez - ¿Qué haces
aquí?
-Como me he tenido
que ir antes he pensado en que podríamos ir a dar una vuelta – se encoge de
hombros y mira a Ariadna y espera una
respuesta.
-Claro, enseguida
bajo, espera ahí, ¿vale? – ve como Jesús asiente y cierra la ventana.
Sale de su
habitación y se cruza con Arturo.
-¿Vas a salir con
el famosillo? – dice y después suelta una especie de bufido.
- ¿Qué? – la muchacha
le mira confusa.
-El idiota ese que
estaba en el jardín, es famoso.
- No es idiota… -
no quiere seguir hablando con él, así que baja las escaleras sin decirle nada
más.
-¿A dónde vas? – su
padre la mira desde la cocina.
-Voy a dar una
vuelta con Jesús, ha venido a buscarme.
-No vengas tarde.
Ariadna sale de
casa y Jesús la está esperando en la puerta.
-¿A dónde vamos? –
pregunta la chica mientras le da un abrazo a su amigo.
-¿Te parece si
vamos al parque de cuando éramos pequeños? – Ariadna asiente, de verdad le
apetece ir allí, al fin y al cabo, los mejores momentos de su vida ocurrieron
en ese mismo lugar.
-¿Has conocido ya a
los hijos de tu padre? – en ese momento Ariadna recordó lo que Arturo le había
dicho en el pasillo.
-Por desgracia, si,
el chico ya me cae mal.
-Ya, a nosotros
tampoco nos cae muy bien… - Jesús ríe y pasa su brazo por los hombros de
Ariadna.
-Oye, Jesús, antes
me ha dicho algo y… - Jesús se detuvo.
-¿Qué pasa?
- Me ha dicho que
sois famosos.
-Ah, sí, ¿no lo
sabías? Nos presentamos a la voz y bueno, a la gente parece que le hemos
gustado, que susto, me pensaba que te había dicho algo malo – los dos siguen caminando
y hablando hasta llegar al parque.
Se sientan en un
banco y empiezan a recordar momentos de cuando eran niños.
-Y esa vez cuando
Dani me empujó y me caí del columpio, tú fuiste corriendo a pegarle porque
pensabas que me había hecho daño – los dos ríen.
-Sí, la de veces
que me he peleado con Dani por cosas así… - de repente Jesús se queda mirando
el brazo de Ariadna, esta mira en donde su amigo tiene posada la mirada, se da
cuenta de que está morado – Ariadna, ¿lo ha vuelto a hacer?
- Nada ha cambiado,
Jesús, todo sigue igual.